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martes, 22 de julio de 2014

De la Alcayna al Gran Premio Canal de Castilla

Ya que he sido “El Adelantado” del C.C. Alcayna-Altorreal en batirme el acero (nunca mejor dicho) sirva esta crónica para daros a conocer una prueba ciclista que no estamos acostumbrados a realizar por esta zona.
Lo primero que llama la atención cuando llegas al recinto dispuesto por la organización, por cierto, excelente en todos los aspectos, es la convivencia natural de los modelos más actuales de bicicletas con otros más clásicos, también la cantidad de bicis de ciclocross, algo que por estos lares es mera anécdota. También el variopinto tipo de ciclistas que se dan cita en esta marcha, desde los típicos machacas a los propios de fin de semana, pasando por un interminable etcétera…


El sábado 19 a las siete de una fresca mañana del mes de julio, me presento en el pabellón de Medina de Rioseco para recoger el dorsal junto con la bolsa de corredor. El día anterior llegamos a las once de la noche tras toda una tarde de coche y dos horas perdidas en Madrid en un atasco en la A-6, con lo cual no pude recogerlo el viernes ya que la oficina para tal fin cerraba a las 21:30. Digo llegamos, pués voy acompañado por mi familia, de esta manera aprovechamos también para hacer un poco de turismo por la zona.
Lo ideal es salir por la mañana sin agobios (nosotros no pudimos hasta la 14 horas), te evitas el atasco de Madrid, llegas a tiempo para recoger el dorsal y ves Medina de Rioseco que bien merece la pena una visita.
Salida
Ya con mi dorsal, aprovecho para soltar piernas por los alrededores de la salida. Poco antes de las ocho se empiezan a concentrar los primeros participantes tras el arco de salida situado en la Dársena del Canal. Se dan las últimas indicaciones por parte de la organización: la salida será neutralizada no solo los primeros ocho kilómetros como indica el libro de ruta, se amplía bastantes kilómetros más. En teoría no se llega a apreciar ya que se va a buen ritmo, de hecho hay que realizar una parada con el fin de reunificar al pelotón.
Neutralizada
Estos kilómetros neutralizados me sirven para ver el material que llevan los participantes, como he dicho antes, predominan las ciclocross, en cuanto a neumático, asunto que si me preocupa, la mayoría monta ruedas de carretera de 700x25, los menos 700x23 y otros como mi caso 700x28, más adelante daré mi opinión sobre los neumáticos que considero adecuados. 
Pero volvamos a la prueba: termina la neutralizada y la velocidad aumenta, ya tenemos aquí el primer tramo de tierra, estoy ansioso, a fin de cuentas es para lo que he venido. Carretera blanca de Palazuelos de 1,2 km. de longitud, al que se accede por un estrecho puente de piedra. Solo salir del asfalto, ya se empiezan a oír los frenos y las advertencias de peligro entre los corredores. Nada más salir del puente una cerrada curva a izquierda que hay que tomar con precaución para no derrapar y evitar sorpresas. Es la primera vez que transito por un camino de tierra en una bici de carretera con ruedas lisas, todo un cúmulo de sensaciones me atacan en décimas de segundos, me sorprendo metido con la cabeza en el manillar intentando no perder rueda del ciclista que me precede y en el cuenta 50 km/h. el latigazo que se ha producido a la salida del puente es bestial.
A tope por la tierra
En cuestión de segundos se han formado dos hileras de corredores intentando transitar por las roderas existentes en la tierra. Si quieres adelantar debes mirar para atrás, a la gente que va paralelo a ti, comprobar que tienes hueco y cambiar de hilera, si te va mejor la velocidad que llevan te quedas ahí, si no, hacer lo mismo para volver a la anterior, esto a esas velocidades hay que hacerlo con seguridad y sin titubeos. Compruebo con gran alivio que la bici se adapta perfectamente a la tierra y a la vez que el subidón de adrenalina te mantiene alerta ante cualquier imprevisto. Aún así, conviene llevar cuidado con algunos individuos

que creen que van solos y deciden por pinchazo o cualquier otro motivo parar sin previo aviso, a mí me toca uno de esos.
Cuando vuelves a los tramos de asfalto lejos de bajar el ritmo, se sigue rodando muy rápido. Lo suyo es agarrarte al grupo que vas o si has quedado algo distanciado cogerte al primero que pase de los muchos grupos que se forman. Si tienes tiempo de volver la cabeza veras múltiples grupos como el tuyo, la mayoría entre cinco a diez componentes que jalonan la ondulada carretera
Así rodando llegamos a Dueñas, ya llevamos 85 km. avituallamiento y sellado de pasaporte. Algunos pasan de sellar y de esta forma el grupo se desintegra, sello, aprovecho para coger al vuelo algunas vituallas, tiro en un contenedor próximo las envolturas de lo ingerido hasta aquí y vuelvo a la ruta. Se callejea un poco por las calles de Dueñas, doblas una esquina y ahí está, sin previo aviso una pared “corta pero dura” que te pilla a pie cambiado, de esas de quitar plato y poner el piñón más grande que lleves, con el inconveniente particular que tras salir del avituallamiento iba intentando engullir un sándwich que me había metido de una vez en la boca y jadeaba como un miura: ¡animal! No se me ocurre otra expresión. Por fortuna es asfalto y la rueda agarra bien y en poco estás arriba ya que más adelante te encuentras otro similar pero en tierra, donde la rueda no hace la tracción debida si vas levantado dando pedales como era mi caso, ya que con un 39x26 de desarrollo no podía subir sentado sin haber cogido impulso anterior, como menciono son cortas y se superan sin mayor dificultad.
Llegamos a Dueñas
Pronto cogemos el segundo y a la vez más largo tramo de sirga, el de Soto de Albúrez de 14,5 km. Había conseguido unirme a tres participantes y entre los cuatro afrontamos este tramo. A los problemas de los guijarros, baches y otros contratiempos propios de estos caminos que ya se convierten en habituales vino a sumarse un inoportuno invitado: un fuerte viento hace su presencia, ya  nos advirtieron en la salida que lo tendríamos hacia el final de la prueba. Aunque nos da lateral, lo hace con fuerza. La salida de este tramo te deja en las inmediaciones de Palencia. Una amplia carretera nacional nos recibe con las puertas abiertas y una corriente de aire asesina. Somos dos los que hemos conseguido salir del tramo de tierra y afrontamos la subida del Alto de Autilla, que si bien no es una subida dificultosa, lo termina siento por culpa del viento que sopla de cara, aplicándonos con ahínco para culminar la subida.
Terminada la ascensión, el perfil insinúa una inclinación leve pero favorable, no es así, el aire te obliga a pedalear, no solo no recuperando, consumiendo energías si queremos que nuestras bicicletas sigan avanzando. Todo este tramo lo hicimos los dos a relevos, bien compenetrados pero a ambos se nos hizo eterno, son 20 km. desde que termina la sirga hasta que giras para  coger el tramo de carretera blanca de La Alconada de 4,2 km donde cambias un poco el sentido de la marcha, aunque enseguida lo vuelves a tener de cara.
Al inicio del tramo de tierra nos unimos a cuatro ciclistas y pienso ¡bien, somos seis! División del esfuerzo y pronto estamos en el segundo punto de control y avituallamiento. No llevaríamos un kilómetro cuando para evitar hacer el afilador con el que me precede, yo voy en ese momento cerrando el grupo, giro con brusquedad el manillar y al salirme de la trazada que todos llevamos, vamos uno tras otro tratando de pasar la rueda por donde la pasa quién va delante, se hunde en la grava haciendo girar con brusquedad la dirección de la bici, esta se frena en seco y salgo disparado por encima. El impacto es fuerte, rompí el casco, me di cuenta en meta. Me incorporo rápido, rebozado en tierra como una croqueta, ensangrentado en las extremidades derechas y ambas manos, esto mezclado con la tierra daba como resultado un preocupante barro rojizo. Desde aquí quiero agradecer al chico de los relevos que comenté con anterioridad que al oír el golpe producido por la caída, volvió sobre sus pasos para interesarse por mi integridad física, comento con él que no hay motivo de preocupación y que continúe… intuyo que tiene que darse un buen calentón para coger al grupo.
Lo peor de la caída a priori, eludiendo el dolor físico y bajón moral que provoca, es comprobar que la cadena de la bici se ha partido y se encuentra un metro más allá de ella, si yo estoy como una croqueta la cadena está como un calamar rebozado en harina ¿Qué hacer?... ¿Me retiro? Desde luego si puedo no ¿Intento llegar andando al control de Ampudia? Total son tres kilómetros y pico lo que queda para llegar y me consta que hay asistencia mecánica ¿Paro a algún participante  que de la voz de alarma para intentar que la asistencia venga a arreglar la bici dónde me encuentro? En estas estoy cuando compruebo que del extremo de la cadena cuelga el eslabón de cierre, este se ha debido abrir haciendo saltar la cadena. Rápidamente me aplico a la búsqueda del trozo que falta y dentro de la desgracia tengo la fortuna de encontrarlo cerca de donde se encontraba hace un instante la cadena, consigo arreglarla y de esta guisa me presento en Ampudia segundo sellado de pasaporte y avituallamiento.
Al ver el lamentable estado que debo presentar, los voluntarios se interesan por mí, me anuncian la proximidad de las asistencias médicas, servicio que desestimo, he vuelto a entrar en calor y de momento solo me duele cuando miro las heridas, lo mejor para que no duela es no mirar. Realmente todo ha ocurrido en un instante, no he perdido mucho tiempo y aunque veo muy difícil coger al grupo en el que iba no descarto el intentarlo. Así con mi pasaporte sellado y con casi cuarenta kilómetros para meta me aventuro en solitario, presumo que el viento y yo tenemos tiempo de conocernos mejor.
Oigo una voz a mi espalda, me indica que espere, “es mejor hacer un grupo, lo que queda es bastante duro todavía”. Viendo que no se forma grupo alguno decido continuar, me vuelve a insistir que “solo es una locura” e insta a los que están avituallándose a hacerlo rápido para continuar todos juntos. No sé su nombre, solo que es de Medina de Rioseco y lleva una Specialized Venge s-works. En un momento somos seis los integrantes de un grupo con buena disposición rodadora y ciertamente los kilómetros se hacen más fáciles. Afrontamos estos últimos 37 km. de tierra.
Siendo mi debut en la prueba no puede faltar nada y algo hay que no ha hecho acto de presencia todavía, me refiero a la lluvia. Comienza a llover, primero con timidez, las gotas comienzan a caer al suelo formando pequeños granos abombados en el mismo, casi los puedes contar. Conforme se avanza va lloviendo con más intensidad y técnicamente se puede decir ¡nos estamos calando!
Positivo: me limpia las heridas de tierra y sangre e incluso la ropa, como con los buenos detergentes no hay ni rastro de mancha. Por otro lado los neumáticos responden igual de bien en seco que en mojado, al menos en tierra.
Negativo: Al llevar neumáticos de perfil 28 la distancia entre este y el puente de freno de la rueda delantera es mínimo, provocando que esa poquita arena que se adhiere a la cubierta, la fuerza centrifuga la despega y la termina recogiendo el puente de freno, haciendo finalmente que  roce la cubierta con el puente de freno por acumulación de barro. Así hice los últimos 18 km.
Por tanto y volviendo al material, siempre bajo mi punto de vista:
·         Si tienes bici de ciclocross, es ideal. Camina casi tanto como las de carretera por asfalto y en caminos son balas. De estos usuarios, a excepción de algunos, los menos, que montaban cubiertas de tacos o mixtas, la mayoría montaban neumáticos de carretera tanto de 700x25 como 700x28.
·         La bici de carretera se adapta a la perfección a caminar por tierra, aunque mi consejo es montar cubiertas de 700x25 a fin de evitar en lo posible problemas con el barro como los ocurridos en mi caso tras la aparición de la lluvia. No vale de nada abrir el puente de freno, donde se acumula el barro es bajo el puente de freno y luego va subiendo por el mismo.
·         Bici de montaña: Algunas habían, aunque las menos. La mayoría con ruedas lisas o poco dibujo. La veo una opción práctica, sobre todo las de 29” aunque creo que no transmite las mismas sensaciones que las de carretera.
Como anécdota curiosa, un chico llevaba una bici con cambio en el buje trasero y algunos llevaban las viejas glorias de toda la vida como fue mi caso y el de muchos participantes, bien por temor a meter los carbonos por los caminos de tierra o bien porque es su bici de todos los días… no importa. Comentar que al lado de algunas, mi Pinarello se veía moderna. Lo que realmente importa para hacer el Gran Premio Canal de Castilla es disposición a pasar un buen rato encima de una bici sobre un impresionante escenario. En el plan que te lo tomes o te lo montes es asunto tuyo. Solo sé que cuando levantas la vista de la carretera tienes un castillo saludándote o un tramo de canal más bonito que el anterior.
En cuanto a cómo afrontar el reto en el aspecto físico, no cabe duda que cuanto más preparado mejor. No ya por hacer el mejor tiempo, ya que no se trata de una marcha competitiva al estilo que estamos acostumbrados. Ahora, sí disfrutaremos más del recorrido. Y lo repetido tantas veces: comer sin hambre y beber sin sed.
Problemas con el barro
¡Ah, se me olvidaba! Por supuesto hacerlo en grupo. Gracias al último grupo de seis unidades, del avituallamiento de Ampudia hasta meta se hizo a un ritmo bastante bueno, un ciclista solo y dando el aire de cara es difícil que pueda aguantar a esa velocidad. En algunos tramos cogíamos a alguien, en otros alguien se quedaba… lo curioso para mí es que la gente se queda y no te enteras, de pronto caes en la cuenta que falta alguien y piensas “si no lo llevo delante, estará atrás” y cuando miras te das cuenta que quién va cerrando el grupo eres tú, así que orejas tiesas y atento a los primeros. 
Ya solo quedan los últimos 21 km hasta meta, todos de tierra, donde tenemos la carretera blanca de Meneses de Campos 7,5 km que nos lleva directamente al último tramo de sirga y quizás para mí el más bonito: Dársena de Medina de 13,5 km que desemboca directamente en la línea de meta. Reto conseguido. El grupo de seis, al final se convierte en uno de dos, el chico de la Venge y yo, poco después llegó el tercer integrante y al poco tiempo el cuarto, de los otros dos hacía bastantes kilómetros que no sabíamos nada.

Por fin ¡lo he conseguido! Sellado final del pasaporte, camiseta de recuerdo, despedida de los que la carretera ha unido en fugaces compañeros de viaje… y confío que ¡hasta el año que viene!

3 comentarios:

  1. Gran crónica Antonio Enrique. Eres un maestro. Enhorabuena por haber superado ese fantástico reto.

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  2. Antonio, una crónica magistral, gracias por hacernos participe de esta hazaña.Saludos Campeón

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  3. Más que maestro.... para quitarse el sombrero. ENHORABUENA A Enrique!!!!!

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